Ante la coyuntura electoral
Hora de definiciones y de compromiso
Es hora de definiciones y de compromiso. No está en juego el destino de un gobierno nacional, que puede ser meramente circunstancial. Lo que está en juego es un destino mucho mayor: la posibilidad de construir un proyecto democrático, nacional y popular, que nos obliga en este momento concreto de la historia a la defensa de este gobierno elegido por el pueblo, pero que lo trasciende como utopía y como respuesta a una excepcional coyuntura latinoamericana, donde desde experiencias disímiles e inéditas se ensayan modelos más justos y solidarios. En nuestro país, la ofensiva de poderosos sectores vinculados a la explotación agraria, especialmente los que defienden el modelo de sojización, soliviantada por los monopolios mediáticos, amenazan con una restauración conservadora y con la recreación de un Estado al servicio exclusivo de intereses sectoriales. El “clima destituyente” ha dado paso a una “acción destituyente”, directa, abierta y salvaje, que utiliza la extorsión, la mentira, la prepotencia y el miedo.
El discurso—con pretensiones hegemónicas—de los dirigentes de las patronales agrarias, al unísono con el lenguaje apocalíptico de los grandes medios de prensa y la repetición mecánica de políticos adornados de una pureza republicana que su pasado desmiente, pretenden imponer una imagen y una sensación de un país envuelto en el caos económico y social, al borde del abismo, poniéndole motes de “soberbia” o rasgos de confrontación a un gobierno que, aunque ellos lo lamenten, fue elegido de manera legítima por una amplia mayoría.
Sin ningún tipo de escrúpulos “descubren” ahora una sociedad “insegura” y con “bolsones de pobreza”. Pero en esa magra y cínica descripción omiten decir que buena parte de los orígenes de esa dolorosa desigualdad social es producto de un modelo neoliberal cuyos cimientos demandaron la brutalidad más oscura de la última dictadura militar para terminar profundizándose, con ribetes escandalosos, durante las gestiones del menemismo y el posterior fracaso del gobierno de la alianza. Tres décadas donde existieron planes económicos, pactos políticos, leyes de impunidad y un entramado inmenso de infinitas complicidades, tendientes a frenar cualquier tipo de viraje político que exprese como objetivo un modelo de país soberano con una base social más equitativa y justa.
Envueltos en el oportunismo de discursos opositores, los vemos ahora omitir también su participación directa dentro de ese modelo neoliberal, donde cada uno de ellos supo tejer negocios y gozar de beneficios sectoriales y personales. Por ello, se suman con desesperación y alianzas grotescas a la carrera electoral, urgidos sólo por defender o recuperar sus viejos privilegios de clase y hasta sueñan con que la crisis mundial del capitalismo haga pié en el país y les permita lograr la restauración conservadora.
Es hora de definiciones y de compromiso. Debemos decir claramente y organizar consecuentemente el No. El No al país sojero. El No al modelo agro-minero-exportador y el consecuente país sin industrias ni obreros. El No a considerar la pobreza como un hecho natural y sin remedio. El No a una nueva entronización fundamentalista del Mercado. El No a la devaluación del Estado, en su función de equilibrio social. El No al retorno de políticas de exclusión. El No a la instauración de un Estado policíaco y al “gatillo fácil”. El No a un retroceso en la lucha contra la impunidad y la vigencia plena de los derechos humanos. El No al regreso de las relaciones carnales con el imperio y la sumisión a los organismos internacionales que dictaminan las políticas económicas.
Con ese No, categórico y militante, afirmamos un Sí. Ratificamos, como lo hemos hecho en cada oportunidad, entre otros, Sí a la aplicación de retenciones a las exportaciones agrarias como instrumento de redistribución; Sí a la reestatización del sistema previsional; Sí a la nacionalización de Aerolíneas; Sí a la recuperación del Área Material Córdoba; Sí a la movilidad de las asignaciones jubilatorias y al mejoramiento, aún profundamente insuficiente, de su situación económica; Sí al reconocimiento de una jornada laboral de ocho horas para el peón rural; Sí a la regularización de la situación laboral de la empleadas domésticas; Sí a las medidas anticrisis, no siempre efectivas y sin vigencia federal pero reales; Sí a la no represión de los conflictos sociales y a una mayor democratización que vaya de la mano con la nueva ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, que ponga fin al monopolio informativo imperante.
Un Sí que implique el convencimiento de que para oponerse y vencer a la restauración conservadora, es preciso profundizar los cambios. Profundización que anime el surgimiento de un sujeto político capaz de convertirse en eje de esas transformaciones pendientes y, por ende, protagonista también de un espacio popular y nacional.
Somos conscientes que el ataque de la derecha no se asienta sobre lo que se posterga o hace mal, sino precisamente por lo que se está haciendo bien. Es por ello que, desde el anhelo para la configuración de ese espacio, nos reclamamos y reclamamos al gobierno nacional una política más audaz y efectiva en relación a la redistribución del ingreso, que posibilite un mayor acceso a la educación y a la salud pública; que encare con firmeza una redefinición profunda del modelo energético, ferroviario y minero; que se asuma una política clara en defensa de los recursos naturales, en resguardo del medio ambiente y los intereses de la Nación. Una defensa intransigente de las fuentes de trabajo y la vigencia del derecho laboral, el control de la inflación y una reforma impositiva que permita la equidad social.
Es hora de definiciones y compromiso. Y lo debemos hacer desde esta Córdoba, que debe despertar de su letargo y recuperar su historia y tradición combatiente. Es preciso desarrollar entre todos una alternativa opuesta al modelo cordobés de inspiración menemista, y a los políticos y partidos que han optado por el país sojero. Una alternativa a los que prometieron una política nueva, y terminaron asumiendo rápidamente los vicios de la vieja política. Una alternativa a todos los que desfilan en las marchas de los patrones agrarios, pero que jamás se los ve al lado de los trabajadores en conflicto, ni al lado de los organismos de derechos humanos que reclaman el fin de la impunidad.
Una alternativa que asuma el compromiso de la reconstrucción de un movimiento popular progresista, a partir del rescate de la política como instrumento de liberación, sin dobles discursos, sin personalismos, donde la acción sea coherente con el pensamiento.
En Córdoba existen grupos ambientalistas contra las mineras, organizaciones campesinas, asambleas ciudadanas, las madres de barrio Ituzaingó Anexo, la organización HIJOS, las Madres y Abuelas de Córdoba, la Universidad Nacional de Córdoba, Radio Nacional, el Archivo de la Memoria, los centros de estudiantes, empresas y medios recuperados, asambleas en defensa del agua, movimientos cooperativos, organizaciones barriales, sindicatos, el Comité de Apoyo al presidente de Bolivia Evo Morales, grupos teatrales, murgas, bibliotecas populares, centros culturales, revistas barriales, ciclos de cine, charlas, foros, radios comunitarias, redes de pequeñas y medianas empresas, editoriales locales, poetas, escritores y periodistas que asumen en su quehacer cotidiano un compromiso solidario y colectivo en consonancia con la idea de una sociedad más justa. Es hora de dar un paso más, respetando las identidades propias.
La “derecha” -como estamos acostumbrados a llamarla- con discursos barnizados de progresismo unas veces, y desembozadamente reaccionaria otras, históricamente ocupa un lugar que NO quiere ceder. Son los espacios de poder y control económico, político e informativo.
Hay que animarse a debatir, a escuchar y dialogar. A forjar sin dogmas ni sectarismos ese espacio plural, capaz de nuclear las distintas voces de ese sinnúmero de organizaciones políticas y sociales que, a sabiendas de sus posibles matices o diferencias, coinciden fundamentalmente en un ideal de país y un continente americano donde la democracia, unida a la justicia social, dejen de ser sólo una utopía setentista. La coyuntura electoral nos plantea una hora de definiciones y compromisos. Una hora de construcción.
CARTA ABIERTA CÓRDOBA
Córdoba, 27 de Abril de 2009
Grupo Coordinador Carta Abierta Córdoba
http://cartaabiertacordoba.
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