Por primera vez en 30 años el señor está desorientado. Sentado en esa increíble silla de ejecutivo mira el piso y piensa. Los codos sobre sus rodillas, las manos sujetando la cabeza. El señor gira la silla de un lado a otro, amacándose de izquierda a derecha como en una danza infinita, cada tanto juega a dar vueltas con el dedo alguno de los tres celulares apagados que descansan en el escritorio al lado de una banderita argentina con mástil y todo.
Al señor le corre un escalofrío por la espalda, sabe que si no hace algo, esta vez se le viene. La cabeza le corre a mil. Hay un número que repite mentalmente una y otra vez: 700 millones. Ese es el tema. 700 millones de pesos es la deuda de los clubes de futbol argentinos. 300 al Estado Nacional, 340 a la AFA, 30 a Agremiados, el resto entre bancos, proveedores, y la Unión de Trabajadores de Entidades Deportivas y Civiles. Suena el teléfono fijo - de olivos - dice la perra que tiene de secretaria - pasalo - responde el señor después de unos segundos. La comunicación es corta pero contundente:
- El 19 de diciembre del futbol está cerca. Esto no se arregla renegociando el contrato, acá hay que cambiar el sistema y vosh lo sabésh" - dice la inconfundible voz.
La propuesta no es joda: 500 millones anuales en concepto de derechos, el doble de lo que recibe actualmente, todos los partidos por aire y para todo el país.
- Esta vez no va a ser fácil convencer al consejo. Nos tienen amenazados con juicios para cada uno de los integrantes del directivo - dice el hombre.
- ¿y shi el Estado se hace cargo de los operativos policialesh? - dice la voz
- opa - onomatopeya el hombre - el martes los convoco a Ezeiza. Ahí se decidirá.
¿Que hará el señor? ¿Elegirá la pastilla roja o la azul?
Veremos....
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