Cosas dichas en La Perla


El martes 24 de marzo fue la segunda vez que entré a La Perla. Ese lugar es difícil de describir, no hay modo de poner en palabras lo que se siente en sitios tan oscuros. Leía las imágenes, sensaciones y alegrías de Cosas dichas y no podía dejar de identificarme con la compañera.
Recuerdo el acto de recuperación, cuando el presidente Kirchner entregó el predio, con los milicos todavía ocupando el lugar. Una lluvia persistente nos acompañó ese día. Ya de regreso recuerdo que le dije a un amigo: “No creo que exista en la historia argentina un triunfo tan doloroso como éste”.
Esa misma sensación me invadió el martes. Banderas, cantos, compañeros, dolor y alegría se mezclaban como en licuadora.
Emiliano Fessia ahí, como flamante director de todo eso. “El Menéndez de los Derechos Humanos” me acotó un compañero de H.I.J.O.S., haciendo gala de ese humor…llamémosle "humor hijos"… al que sólo ellos tienen acceso.

La primera vez que entré a “La Perla” fue en el marco del juicio a Menéndez.
Nosotros cubríamos desde la Universidad para El diario del juicio de los compañeros de H.I.J.O.S. Esa tarde, ya vueltos del predio escribimos, todavía en caliente, esta crónica.

Una visita... al costado del camino

El miércoles 11 de junio no es una jornada más en este juicio histórico, oral y público. El miércoles 11 de junio, la audiencia se traslada al corazón del terror. El motivo: llevar a cabo una “inspección ocular” junto a los cinco testigos que declararon hasta el momento, con el fin de que puedan señalar el lugar físico donde ocurrieron los hechos relatados en las dos primeras semanas de audiencias.
El ex Centro Clandestino de Detención “La Perla” está ubicado a 12 kilómetros de la ciudad de Córdoba, sobre un costado de la autopista que une la capital provincial con Villa Carlos Paz. Suficientemente cerca y relativamente lejos, “La Perla” se deja ver sobre una colina.
A medida que uno se acerca al complejo de edificios de color ladrillo, rodeado por un gran alambrado y custodiado por una torreta de vigilancia en cada punta, el escenario se va haciendo más real. Un portón enrejado marca la frontera entre el mundo y “La Perla”. El infierno terrenal que posibilitó 30 años de hambre, entrega, impunidad y dolor.

Ya cerca del mediodía y con todas las partes presentes, con excepción de los acusados (decidieron no presentarse) y los testigos (que irán llegando por turnos), comienza la visita dirigida por Darío Olmo, subsecretario de Derechos Humanos de la Provincia de Córdoba. El recorrido por el primer edificio es desordenado y tumultuoso. Olmo explica a los jueces y a la prensa que en ese lugar dormían los gendarmes que custodiaban el predio, por ese lugar no transitaron, salvo excepciones, los secuestrados.

Este primer edificio está completamente vacío, según el flamante director de lo que será el Espacio para la Memoria de “La Perla” e integrante de H.I.J.O.S. Emiliano Fessia: “En los días anteriores al traspaso de este lugar a manos civiles, los militares se llevaron todo lo que pudieron, hasta un techo completo”.

Las ausencias de la cuadra

Una galería comunica a un patio de cemento donde se erige un mástil sin bandera. Al costado otro edificio más cuadrado centra las miradas y cierra el pecho. “Ahora vamos a ingresar al lugar donde alojaban a los detenidos”, anuncia Olmo.

El pasillo de entrada separa el edificio en dos, a la derecha hay cuatro habitaciones y un baño. Ahí funcionaban las “oficinas” de Acosta, Barreiro, Manzanelli y los demás represores y la enfermería. Dos de estas habitaciones se mantienen cerradas y custodiadas por policías. El secretario del tribunal comunica que en ambas existe un recurso de “no innovar” ya que se habrían encontrado rastros de sangre que están siendo sometidas a pericias, por este motivo no se puede ingresar ni tomar fotografías. Los posibles resultados de estos análisis son de gran importancia ya que fueron aceptados como prueba en esta causa a pedido de la Querella. Al lado izquierdo se encuentra un frío galpón de material de unos 40 metros de largo por 10 de ancho, al fondo están los baños, las piletas y las duchas.

Estamos en “la cuadra”, el lugar donde los secuestrados pasaban los días que los separaban del irremediable “traslado”. Sobre el piso y las paredes hay afiches donde familiares de las víctimas han dejado su mensaje, una despedida que no fue, una frase no dicha y masticada durante 30 años: “Hijo: Tu familia reivindica tu lucha. Tu madre”. Esos mensajes del alma, en uno de los lugares más oscuros de nuestra historia, conmueven.
De “terapia Intensiva” o “La margarita”, la sala donde se aplicaban torturas con electricidad, y el llamado “submarino”, no diremos demasiado. Allí, como en todo el predio, lo que aterroriza no es lo que ha quedado, sino la ausencia de lo que alguna vez fue.

Una dolorosa victoria


Los testigos fueron llegando en el mismo orden en que declararon, las cinco recorridas se limitaron al edificio de “la cuadra” y oficinas y la sala de torturas.
Teresa Meschiati fue la primera en llegar, luego de las preguntas y aclaraciones de rigor del juez, ingresó al edificio. Ya dentro cuenta que Manzanelli, después de interrogarla la lleva a la entrada de “la cuadra” y le dice: “Bueno Tina, se acabó la farsa”. Teresa relata con detalles los lugares donde estuvo dentro de “la cuadra”, las personas que recuerda, historias, anécdotas, pequeños elementos para aferrarse a la vida: “Acá teníamos una cábala creíamos que los que estaban contra la pared de la izquierda se salvaban y a los de la derecha los mataban, por eso es que yo trataba todo el tiempo que me cambien de lado”.
Ante la pregunta del defensor oficial Adriano Liva sobre el momento en que supo los nombres de las cuatro personas cuyos crímenes son investigados en este juicio. Teresa respondió: “Cuando se encontraron los restos en 2004, ahí logramos darle nombre a ese grupito del PRT. Es que en ese momento la única forma de ubicar a los compañeros de cautiverio era por su militancia, el grupo del PCR, el grupo de Montoneros. Sabe lo importante que es para nosotros darle nombre a esas personas, que dejen de ser NN, lo que pasó acá no lo podemos cambiar, pero darle un nombre a cada cara, a cada persona que pasó por “La Perla” es una victoria para nosotros ¿me entiende?”.

Cuando Susana Sastre ingresa a “la cuadra”, mira al Juez y le dice: “Este es mi aniversario, hace exactamente 32 años me secuestraron, fue un 11 de junio de 1976, me acuerdo que era viernes.” “También el mío”, replicó Diaz Gavier “hace 15 años se conformó el tribunal oral”.
Los aportes de los cinco testigos tienen, casi en su totalidad, una similitud asombrosa. Los lugares donde vieron a Brandalisis, Lajas, Cardozo y Palacios, la forma de la puerta que separaba las duchas, o la distribución de la cama y otros elementos en “La Margarita”, son recuerdos casi calcados.

Quizás el momento más angustiante sucedió cuando Piero Di Monte, después de ver uno de los mensajes escritos en “la cuadra” se retiró del lugar y no pudo seguir la recorrida. El recuerdo de un amigo muerto, fue demasiado para ese tano que lleva el dolor en los ojos.
A media tarde, y luego del recorrido de los testigos, nos fuimos de “La Perla”. Decir que nos fuimos distintos a cuando entramos, suena a frase hecha. En todo caso, fue hecha para nosotros.

A modo de postdata el video de aquel día.

1 comentarios:

Andrea dijo...

Comencé varias veces este comentario y ninguno puede expresar lo que en realidad me hace sentir el tema y el post que subiste...Intentaremos decir que en La Perla y en cada uno de estos lugares de detención... la "memoria" que guarda buscará con fuerza que la "verdad" salga a la luz para que se exprese la "justicia"
Debemos creer en eso aferrarnos a ello y luchar por ello...
Gracias Leandro por el post, en él están implícitos tus sentires...
Ni olvido, ni perdón NUNCA MÁS...

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